Con 40 años de trayectoria en APOYO Consultoría, Gianfranco Castagnola le cederá la posta en abril próximo a Eduardo Campos, quien asumirá como presidente ejecutivo de la consultora. En esta entrevista, la primera después del anuncio de sucesión, Castagnola comenta este proceso de transición y comparte su visión país.
-En abril Eduardo Campos se convertirá en el nuevo presidente ejecutivo de APOYO Consultoría. Usted se mantendrá como presidente del Directorio de la consultora. ¿Cómo se desarrolla esta transición?
En 2027 APOYO cumple 50 años y la aspiración de todos los que conformamos APOYO es que viva 50 años más. Esto implica privilegiar el largo plazo sobre el corto plazo en decisiones de negocio e implica temas de desarrollo de una cultura muy fuerte. Estamos orgullosos de haber mantenido esa semilla que Felipe Ortiz Zevallos puso en 1977. Es esa misma cultura la que permitió mantener tantos años de ética, seriedad y compromiso con la verdad. Para tener esa mirada de largo plazo, tenemos que tener la capacidad de hacer transiciones ordenadas en favor de las nuevas generaciones. Estoy hace 40 años en APOYO y este año poco más de 30 años liderando APOYO Consultoría. Me toca ya dar la posta. Este es un proceso ordenado que lo hemos planificado hace año y medio. Había un consenso entre los socios que Eduardo sea quien asuma el nuevo reto. Eduardo tiene la capacidad profesional, el liderazgo y el compromiso con la cultura de APOYO como para llevar a a la empresa al siguiente nivel.
-En este siguiente paso, ¿su rol será de acompañamiento a este nuevo liderazgo?
Sí,durante todo el 2025 voy a estar 100% disponible para acompañar a Eduardo en esta transición y a partir del 2026 bajaré mi carga, pero seguiré vinculado a lo que los socios de APOYO me necesiten, a lo que la empresa necesite y a lo que me gusta hacer. Por ejemplo, me encanta seguir involucrado en el SAE, en el desarrollo de nuevos negocios, en el desarrollo de talento. Además, me encanta hacer ‘mentoring’ y estar al lado de Eduardo para todo lo que necesite, en la medida que lo necesite. Mi sueño personal es que APOYO viva 100 años más.
-Cambiando un poco de tema, quisiera consultarle sobre las cifras que ha mostrado el Banco Central de Reserva sobre la recuperación de la confianza empresarial. Esta ha ido en aumento. ¿Se ha sentido esta confianza ‘en la cancha’ durante el 2024?
Sí, creo que es parte de lo que ha influido también en la recuperación gradual y moderada de nuestra economía. Entre junio del 2019 –cuando empezamos a entrar a diversas crisis políticas– y agosto del 2023 –cuando había todavía una incertidumbre grande sobre el mantenimiento de la presidenta Boluarte en el en el cargo–, la confianza empresarial estuvo en un área pesimista. Desde septiembre del 2023 está entre neutra y algo optimista. No es un optimismo que significa un respaldo al Gobierno, es un optimismo basado en cierta estabilidad después de tantos años de incertidumbre. El empresariado –como salió en la encuesta de Ipsos en el CADE–, desaprueba a este Gobierno, no espera mucho de este Gobierno. Espera, quizá que no cometa grandes errores. Definitivamente se siente más tranquilo en el corto plazo de cierta estabilidad, pero se mantiene una inmensa incertidumbre de lo que pasará en 2026. Entonces, es una confianza de corto plazo, de cierta estabilidad, que no hay que confundir ni con aprobación al Gobierno –que no existe– ni con una renovación de la confianza de largo plazo. ¿Por qué? En el 2021 ganó la presidencia Pedro Castillo, alguien que no tenía las capacidades, competencias, ni ética para llevar adelante el reto que tenía como presidente. El hecho que el Perú haya elegido un presidente como Pedro Castillo genera la incertidumbre de qué elegiremos los 2026. Y, mientras esa variable no se despeje, la confianza va a seguir contenida.
-¿Tiene la señora Boluarte la capacidad y la ética para ejercer su rol de presidenta?
Su presidencia se traduce en un Gobierno que no tiene visión, no tiene agenda. Quizá su única agenda sea sobrevivir haciendo concesiones al Congreso, del que depende totalmente. Y, su 3% de aprobación no debe sorprender si se le añade la inmensa frivolidad que la caracteriza. Este Gobierno es muy mediocre, evidentemente menos mediocre que el que su predecesor, pero, sí quiero rescatar que dentro de esa mediocridad hay ministros y funcionarios públicos que hacen lo que pueden. Lo hizo en un momento el ministro Mucho en Energía y Minas. En algunos temas el ministro de Transportes también está tratando de hacer cosas y responder a distintas las situaciones. El director ejecutivo de ProInversión, José Salardi, está haciendo una impresionante labor entregando concesiones y resolviendo problemas con una voluntad increíble.
-Ausente en su lista: el titular del MEF, José Arista.
El actual MEF sigue una tendencia que se inició probablemente en el gobierno de Vizcarra, con algunas excepciones en el camino, de debilitamiento del Ministerio de Economía. El Ministerio de Economía durante los noventa y buena parte de inicios de este siglo, era el ministerio más importante y tenía –en la medida que los gobiernos lograban construir una mayoría relativa en el Congreso– una gran influencia no solo en las políticas públicas que correspondían al ámbito del Ejecutivo, sino a un control de las barbaridades que podrían provenir del Congreso. Al debilitarse, al no tener bancada y al debilitarse su propia presencia dentro del Ejecutivo, el Ministerio de Economía ha perdido esa relevancia. Esa consecuencia la estamos pagando. La mayor preocupación en el área económica que hoy tenemos es la parte fiscal. La pérdida de disciplina fiscal responde precisamente a lo que estamos conversando, al debilitamiento del MEF tanto dentro del Ejecutivo como del Legislativo.
-¿Esta falta de importancia que le da el MEF a la política fiscal –o por lo menos eso es lo que se percibe– podría entrar a un segundo plano por el crecimiento económico?
En teoría, las políticas fiscales pueden ser expansivas cuando uno quiere romper un ciclo recesivo, pero el tema del Perú es que estamos gastando más y gastando mal. En el 2024 el déficit va estar cerca del 3,8%, de acuerdo a proyecciones de APOYO Consultoría. Es el más alto de los últimos 30 años. Mencionas algo de esto en tu editorial.
-La cifra más alta desde 1992.
Sí, es el más alto de los últimos 32 años, para ser más preciso, exceptuando el año de la pandemia. El Congreso se ha convertido en una fuente irresponsable de mayor gasto, pero con la complicidad del Poder Ejecutivo, que depende de este Congreso. Ejemplos hay varios. El aumento en el gasto en remuneraciones del sector público es de 11%. La inflación ha sido solo 2,3%. Estamos aumentando en 8% real los sueldos a los trabajadores del sector público. Es el segundo más alto de los últimos diez años. El anterior más alto es del año pasado, 13%. Es decir, en dos años le hemos subido casi 25% el sueldo a los trabajadores del sector público. Y, a la vez, le estamos restando los días que trabajan porque cada vez hay más feriado para todos y para el sector público. Trabajan menos, ganan más. Además, hay una serie de nombramientos. Entonces, si tenemos el aumento en gasto y los nombramientos, estamos imponiéndole una cuota de rigidez al presupuesto que luego va a ser difícil de corregir. Otro ejemplo de esta frivolidad con la que se está manejando las cuentas fiscales…
-¿Quién está a cargo de este manejo, el Ejecutivo o el MEF?
Creo que es el Congreso, pero sin que el MEF pueda tener la fuerza y el espacio para pelear de una manera más firme. El presupuesto del Congreso del 2025 va a ser de S/1400 millones. Tres comentarios sobre eso. ¿En qué puede gastar el Congreso esa cantidad? Cuesta pensar que el Congreso pueda tener ese nivel de gasto un Congreso que no ejecuta obra, casi todo es gasto corriente –remuneraciones, viajes–. La cifra (de presupuesto para el Congreso) es 30% más que el año pasado. ¿Cómo puede subir 30%? La inflación ha sido de 2%. Es un gasto mayor al de varias regiones. La implementación de las oficinas de los senadores no parecería justificar esa diferencia. Otro ejemplo, Petro-Perú. Es el Poder Ejecutivo el que tiene la culpa, es el responsable. Esta aventura irresponsable de una nueva refinería, porque no estamos hablando de una modernización, le va costando al país S/10 000 millones: S/4.000 de aumento de aporte capital en el 2022 y luego US$1550 millones que el Estado ha capitalizado en Petro-Perú. Además, una garantía de mil y pico millones de dólares que le ha dado el Banco de la Nación. ¿Cuánto podríamos haber hecho con esos US$10 000 millones? Luego, está metida en la Ley de Presupuesto de alguna manera, una posible compra de una flota de aviones para la FAP de US$3500 millones. Creo que ningún peruano sensato puede poner en duda la necesidad de que el Perú tiene que invertir en armas. ¿Es el momento de hacerlo? ¿Es este Gobierno el que queremos que lo haga?
-¿Cuáles son los errores económicos del Ejecutivo y del Congreso durante este año? Desde el Congreso, hay muchas leyes preocupantes. Por ejemplo, la ley de tasas de interés aún no es derogada. Sin embargo, el Congreso modificó el Código Penal para incorporar que delitos en la modalidad de préstamos extorsivos ahora tengan mayores penas.
Hay muchos errores, tanto del Ejecutivo como del Congreso. Para mí, el más grave es esta falta de conciencia de romper la disciplina fiscal, que es una de las fortalezas macroeconómicas del Perú que nos ha permitido esta estabilidad a lo largo de más de de tres décadas. Luego, hay un montón de pequeñas normas (perjudiciales). Por ejemplo, se ha vuelto a prorrogar la reducción del IGV para restaurantes y alojamientos que dice el MEF que cuesta S/700 millones. Es un montón de plata. Esos S/700 millones se lo estamos quitando al Ministerio del Interior o a Salud. El otro gran error, para mí, es el manejo de Petro-Perú. Una irresponsabilidad que nos está pasando la factura a todos. También está la eliminación de los topes de interés, que bueno, al menos ya se aprobó en primera votación. Ojalá se concrete la segunda, porque todo lo que se dijo que iba a ocurrir (con esta ley), ocurrió. Terminó perjudicando a los segmentos menos favorecidos.
¿Cuáles son los puntos principales en la agenda económica 2025?
Hay dos niveles. El primero, diría que es que no nos metan más goles. Hay que primero pensar en cómo minimizamos el daño que viene –sobre todo– de iniciativas del Congreso. Siempre hemos dicho que de alguna manera el modelo económico en los últimos 30 años ha funcionado. Hay ámbitos del Estado que han funcionado y otros que no, y la política es la que se ha degradado mucho más y que hoy contamina al Estado, y por tanto, a la economía. (Por eso), si tuviera que empezar por arreglar algo sería la política. Yo no sé cómo arreglarla, no soy politólogo, no soy especialista, ese trabajo se lo dejo a los politólogos. Y, en segundo lugar, cómo esta degradación de la política está permitiendo la penetración de economías ilegales e informales que una vez que toman espacio, es muy difícil recuperarlo. Ejemplo, la minería ilegal. El poder que tiene lo vemos con la prórroga del Reinfo. Este es un problema social complejo, pero ese poder económico que tiene la minería ilegal es mayor al que tiene la Sociedad de Minería. Y, ese poder que tiene en el Congreso y en las instancias políticas, ya está. Le dimos el espacio y lo tomó. Otro ejemplo es el transporte informal. Se ha prorrogado por cuatro años el transporte en auto colectivo y se ha abierto una ventanita para que se evalúe también la posibilidad de permitirlo en Lima. Una vez que permitiste que el transporte informal de autos colectivos entre, quitarlo es más complicado. Además, se le permitió a la nefasta gestión de la ex ministra Betssy Chávez entregarle mil entradas a Machu Picchu a Machu Picchu Pueblo. Es un manejo absolutamente informal y quitarlo es bien complicado. O migraciones, que hasta el 2021 era un ejemplo la entrega de pasaportes en el Perú. En el gobierno de Castillo se perdió eso. Hay una mafia que se ha apoderado de esto y hoy día es, sin tramitadores, casi imposible sacar nada […] No quiero pensar en las siguientes elecciones parlamentarias, regionales y locales por el nivel de presencia que van a tener todas estas fuerzas ilegales y formales. Eso me preocupa. Tenemos que ver cómo defendemos ese sistema. Para mí, el 2025 es un año defensivo más que de avance. No nos pueden seguir ganando la batalla. Si la ganan, el largo plazo del Perú sí preocupa.
-¿Qué salida ve a la atomización de los candidatos para el 2025? ¿Las alianzas son la respuesta? Podríamos tener, según un último informe de Martin Hidalgo, más de medio millón de candidatos.
Lo leí y me asustó mucho porque las consecuencias de eso son múltiples. Primero, los filtros van a ser nulos. Cuando tienes esa cantidad de candidatos la gente no piensa mucho su voto. Entonces, la posibilidad de un voto informado, que ya de por sí es un reto en un país como el Perú, va a ser aún más remota. Creo que después de su destrucción –por Lava Jato, la labor deficiente de la Fiscalía de la Nación, el populismo político de Vizcarra con sus reformas, la perversión del uso de la vacancia y el cierre del Congreso –, no hemos podido construir una nueva clase política. Desaparecimos todo el elenco político: lo malo, lo que había que desaparecer, pero también lo bueno que hubo entre el 2001 y el 2017-2018. Nos quedamos sin nada, no había banca (de suplementes). ¿Entonces, cómo empezamos a construir esto? Yo no tengo la respuesta. Si no arreglamos esto, tenemos todos los riesgos que hemos comentado hace un momento.
-En el 2025 es posible que la inversión privada no avance demasiado, ¿preocupa?
Sí, y preocupa mucho. La economía peruana se está recuperando del 2023, que fue el primer año en tres décadas en el que decrecimos. Hoy la economía crece a 2%-3% y la inversión privada en términos anuales crece 2%- 3%, el empleo formal crece 2%- 3%. Pero, comparemos estas cifras con los periodos de gran crecimiento en Perú 2005-2012: la inversión privada crecía entre 10% y 25% y el empleo formal crecía entre 7% y 12% al año.
-A doble dígito.
Quitando el 2009, que fue un año especial por la crisis mundial, le restamos muchos puntos a la pobreza. La pobreza estaba en 50 puntos y la bajamos a 20, gracias a que la inversión privada jalaba el empleo. Las cifras de hoy no alcanzan. Y si no entendemos –y lamentablemente muchas fuerzas políticas no entienden que sin crecimiento no hay nada– no podemos mejorar. Sin crecimiento no hay generación de empleo, no hay generación de impuestos, no hay generación de riqueza. En un país como el Perú lo que mueve el crecimiento es la inversión privada, que representa el 80% de la inversión total. Indudablemente, dentro de todo, sí hay algunas buenas noticias en términos de crecimiento de la inversión privada. La inversión en minería gracias a una buena gestión que hizo el ministro Mucho, y también la unidad de destrabe del Ministerio de Economía hizo un gran trabajo. En minería estamos regresando a tener más inversión, sobre todo en extensión de proyectos. Hay compromisos en Las Bambas de US$3700, hay US$2000 millones en Antamina y en Inmaculada, US$1300 millones. Esto, en extensiones de proyectos. Nuevas minas como Tía María serían, por lo menos, US$1400 millones. Zafranal viene con US$1300 millones […] A partir del 2028 hay varios otros proyectos que ojalá salgan. En infraestructura también hay proyectos […] El puerto de Marcona, por ejemplo, con US$400 millones. Hay inversión y hay apuesta de grupos empresariales, pero no es suficiente.
-¿Cómo se ve el panorama general?
La economía peruana ha sido la primera, quitando a Ecuador, que ha logrado reducir la inflación a niveles de su rango meta. El Perú va a tener este año de inflación de 2.3%. México, Brasil, Chile, Colombia están entre 4% y 5%. La labor que ha hecho el Banco Central Peruano por recuperar una inflación dentro del rango es impresionante, liderado por un peruano como Julio Velarde, al que todos le debemos mucho. En segundo lugar, la economía peruana es una de las que más está creciendo en la región. Uno podría decir que estamos en el peor momento, pero hay razones para ser optimistas.
-¿Se viene una década de menos crecimiento?
Globalmente hay una serie de incertidumbres, vamos a ver qué termina haciendo Trump. El Perú tiene la ventaja de que es un productor de cobre, que va a seguir siendo demandado por China. El Perú tiene un potencial que puede hacernos seguir creciendo. El tema es lo que nos jugamos el 2026. Si el Perú lograra recuperar “gobiernos normales”, creo que tenemos espacio para el optimismo. Pero si en el 2026 volvemos a hacer un salto al vacío como el 2021, creo que no hay mucha razón para el optimismo.