«Es crucial que los parlamentarios contemplen los efectos que estos proyectos de ley tendrían sobre la sostenibilidad del sistema financiero, que representa uno de los pilares de la estabilidad económica e inclusión financiera del país.»
El pasado 3 de junio, durante su intervención ante la Comisión de Economía del Congreso de la República, la superintendenta de la SBS, Socorro Heysen, mostró su preocupación por los 19 proyectos de ley (PL) que el Legislativo tiene en cartera y que plantean la condonación e imposición de topes a los intereses que cobran las entidades del sistema financiero por los créditos otorgados. Es entendible que se evalúen alternativas para aliviar a familias y pequeños negocios, cuyos ingresos han sido fuertemente afectados por la crisis económica. Sin embargo, estas medidas generarían serios impactos en la estabilidad del sistema financiero y sobre la inclusión financiera de los sectores más afectados.
Si se condonan temporalmente los intereses de las deudas, las entidades tendrían una fuerte caída en sus ingresos, pues los intereses son su principal fuente de recursos. Esto se agravaría dado que más del 30% de las colocaciones del sistema se han reprogramado y en donde –solo en Lima– más de 1.2 millones de personas han perdido su empleo y tendrán dificultades para cumplir con sus pagos. Esto podría llevar a las entidades a una posible situación de insolvencia. Las más perjudicadas serían aquellas concentradas en consumo y MYPE, como las financieras, cajas municipales y rurales, que representan el 65% de las colocaciones a la microempresa y despliegan parte fundamental del esfuerzo de bancarización a nivel regional. Parte de los intereses que reciben estas es utilizada para pagar los intereses por los depósitos de los ahorristas. Si no hay intereses por los créditos, no se podría cumplir con los depositantes.
Además, si las entidades sufrieran estas pérdidas, algunas tendrían que ser rescatadas con fondos del Tesoro debido al impacto que su quiebra generaría en la cadena de pagos, o gatillarían la necesidad de inyectar recursos al Fondo de Seguro de Depósitos para honrar los depósitos de personas naturales y jurídicas. Actualmente, el Tesoro tendría mayores dificultades para este propósito, como sostiene la calificadora Fitch Ratings en su último reporte, en el que rebaja la clasificación crediticia de la deuda soberana del Perú e indica que nuestras finanzas públicas ya no son una fortaleza.
Por otro lado, si se impusieran topes a los intereses que cobran las entidades financieras, estas probablemente no otorgarían créditos a las personas o empresas con mayores necesidades, que requerirían una tasa de interés más alta. Así, los sectores más riesgosos y que representan los mayores costos operativos para las entidades – familias de bajos ingresos y microempresas no bancarizadas– serían los más perjudicados, su acceso a la oferta crediticia sería restringido y se verían obligados a buscar a prestamistas informales, a tasas muy por encima de las que obtienen en el sistema.
En resumen, con estas medidas, los principales perjudicados serían los sectores a los que los PL buscan aliviar. Al igual que con el caso de los cobros de los peajes y la liberación de los fondos de las AFP, estas iniciativas legislativas no evalúan adecuadamente los costos que generan. Es crucial que los parlamentarios contemplen los efectos que tendrían sobre la sostenibilidad del sistema financiero, que representa uno de los pilares de la estabilidad económica e inclusión financiera del país.