Artículo publicado en Gestión.
Las empresas en el Perú enfrentan un entorno de alta incertidumbre caracterizado por el contexto político del nuevo gobierno, el incremento de los precios de los commodities, y la expectativa de una tercera ola del COVID-19. Este nivel de incertidumbre está afectando el normal desenvolvimiento de los negocios, especialmente en los sectores relacionados a la inversión y cuya demanda es sensible a la pandemia.
En la actualidad, es complicado contar con un escenario definido para hacer negocios, siendo cada vez más difícil dado el aumento de volatilidad en los últimos años. Esta situación puede llevar a las empresas más conservadoras a posponer la toma de decisiones de aspectos claves del negocio. Las empresas deben de aprender a tomar decisiones con una mayor probabilidad de riesgos, y encontrar un balance adecuado entre el análisis, la planificación y la acción. La capacidad de adaptación continua para realizar ajustes a las decisiones tomadas es clave en este nuevo entorno, siendo importante reducir la burocracia y aumentar la agilidad interna dentro de la organización.
Los planeamientos con un horizonte de mediano vs. largo plazo son más efectivos en este nuevo entorno, en donde se identifiquen los diferentes potenciales escenarios a futuro, y a la vez identificar los principales riesgos del negocio. Un plan enfocado en mitigar los riesgos de alta probabilidad de ocurrencia e impacto relevante sobre el negocio permitirá reducir sus efectos. En el corto plazo las empresas enfrentarán un tipo de cambio elevado, un mayor costo de financiamiento, un incremento de la rigidez laboral y una demanda volátil.
Otra de las medidas recomendables para las empresas es diversificar sus ingresos tanto por geografía, como por segmentos de clientes. Reducir la exposición de ingresos a los segmentos vinculados a la inversión, potenciar nuevos canales de comercialización que puedan operar de forma más eficiente, y buscar desarrollar ventas fuera del Perú para volver los ingresos de la empresa más resilientes al entorno. La internacionalización puede abordarse a través de un piloto, que permita escalar el negocio de forma rápida y con un riesgo controlado, y a la vez confirmar el modelo operativo y la demanda en el nuevo país.
Ante un contexto de incertidumbre, es clave mantener una estructura de costos y financiera eficiente. Reducir el apalancamiento con un nivel de deuda óptimo y asegurar la liquidez para enfrentar un escenario de menor demanda. Las empresas también pueden incrementar su flexibilidad operativa, transformar los costos fijos a variable, contar con los activos fijos indispensables para operar, y una estructura organizativa eficiente. Es importante tener la capacidad de reasignar internamente los recursos y el talento a los temas prioritarios de la empresa sin afectar el clima interno, y así evitar la contratación y el aumento del costo de personal.
La capacidad de monitorear el contexto externo para identificar rápidamente los cambios del mercado, competencia y la demanda, permitirán a las empresas actuar de forma oportuna. Entender la demanda de los clientes, sus retos y necesidades, permitirá adaptar la propuesta de valor para mantener la competitividad y desplegar los esfuerzos comerciales para retener a los clientes más valiosos de la empresa. Es más rentable retener y ampliar el share of wallet de un cliente, que capturar uno nuevo.
El nuevo entorno de mayor incertidumbre exige a las empresas adaptar su modelo de negocio y desarrollar nuevas capacidades para capturar las oportunidades y gestionar los riesgos de forma óptima.