Entrevista en el diario El Comercio.
Es necesario reflexionar sobre la descentralización y abordar los retos que hoy, a poco más de 20 años después de su instauración, se presentan en los gobiernos regionales y locales, comenta Castagnola.
El Perú necesita meter goles, nos dice en esta entrevista Gianfranco Castagnola, presidente ejecutivo de APOYO Consultoría, quien profundiza y reflexiona sobre las primeras señales de confianza que ya se asoman para el sector privado. Hoy, considera, es necesario romper la inercia negativista que nos ha ganado el partido durante los últimos años.
La proyección de crecimiento económico pasó de 2,5% a 1,1%, según el Marco Macroeconómico Multianual (MMM) que se publicó esta semana. ¿Es un buen sinceramiento?
Más allá de que sea 1% o 0,5%, como estamos previendo muchos, el hecho concreto es que la economía ha tenido en el primer semestre de este año, su peor semestre en los últimos 20 años, exceptuando evidentemente el periodo de la pandemia. La recuperación va a ser muy lenta, gradual e insuficiente. No vamos a pegar un gran salto, dadas las perspectivas que tenemos hoy. ¿Qué hay detrás de este malísimo crecimiento? Hay temas muy coyunturales: las protestas sociales, las lluvias de marzo y la inflación de alimentos que se produjo desde el 2022 y que restó capacidad adquisitiva a la población, “obligándola” a consumir más en alimentos que otras cosas. Esto, sobre todo, en los segmentos C, D y E. Se acabó el efecto del 2022 del desahorro en las familias vía retiros de las AFP, retiros de la CTS o de bonos especiales de Gobierno. Además, el cambio de gobierno de las autoridades regionales y locales [también ya pasó]. Esto último hizo que el gasto público en la primera mitad del año estuviera también en rojo. Todos esos son elementos coyunturales, y creo que tarde o temprano los podemos procesar y superar. Para mí, el elemento que marca el destino del crecimiento económico el año pasado y de este año, es básicamente lo que fue el gobierno de Pedro Castillo, que tiene implicancias. Una de ellas es el choque que generó las expectativas. El hecho de que un presidente sin ninguna competencia elemental para gobernar y con un programa muy radical –que no aplicó porque su agenda resultó ser otra o por incompetencia– ganara, quebró de manera importante la confianza de una parte de la población y sobre todo del empresariado en el futuro del país. En el gobierno de Pedro Castillo se robó mucho y eso lo seguimos viendo, pero lo que más nos robó Pedro Castillo fue el sentido de futuro del país. Ese quiebre de expectativas no solo motivó en su momento la salida de cerca de US$20 mil millones del país, sino que frenó la inversión privada. Volver a reconstruir esa confianza, en eso está el MEF hoy por ejemplo, va a tomar tiempo.
En el 2021, el economista Waldo Mendoza nos agarró a todos por sorpresa con una cifra histórica de salida de capitales. Al tercer trimestre del 2021, eran US$15.000 – US$16.000 millones los que habían salido del Perú. Hoy, como usted ha indicado, la cifra podría estar en US$20.000 millones. ¿Ven en Apoyo Consultoría alguna señal de que la confianza mejora y que los recursos comienzan a regresar al Perú?
Todas las señales son clarísimas de que dejó de salir ya el dinero. Todo depende finalmente de las perspectivas de la política. En términos de confianza empresarial, este gobierno ha pasado de un modo de sobrevivencia a querer empezar a gobernar en algunos aspectos, y eso es bueno. El ministro de Economía está liderando varias iniciativas, Energía y Minas, la ministra de Transportes, la ministra de Vivienda. Hay un grupo de ministros “normales”, a diferencia de los que tuvimos en el gobierno de Pedro Castillo, cuando había personas que no tenían las capacidades para gobernar o para ser ministros. Creo que hay que diferenciar, pues por un lado están las inversiones que pueden estar haciendo las empresas que ya están en marcha, que están en el país y que tienen que seguir creciendo mirando un horizonte de 2,3 o 4 años. Y, por otro lado, están las grandes inversiones con una mirada de largo plazo. Yo diría que las primeras están empezando poco a poco a desempolvarse y las empresas están empezando a tomar confianza. Lo vemos también en la respuesta relativamente positiva que están habiendo en los procesos de ProInversión.
Las líneas eléctricas, que son las más dinámicas en ProInversión, se han mantenido regulares.
Exactamente, es un excelente ejemplo. Y hay que recordar que las líneas de transmisión dependen de un marco regulatorio estable. Poco a poco, eso se está recuperando y las empresas están empezando a desempolvar algunos planes de inversión de corto plazo y de mediano plazo con cierta timidez. Pero, tu pregunta está muy vinculada a por qué nos interesa tanto la inversión privada. Nos interesa tanto la inversión privada porque es el único motor que puede prenderse en los siguientes años que puede marcar la diferencia.
En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre recesión. ¿Es importante?
Me parece una discusión académica e inconducente que nos desenfoca de lo importante. En el Perú, crecer 1% o nada es lo mismo. El debate debiera centrarse en qué hacemos para recuperar el crecimiento sobre la base de los sólidos fundamentos que tenemos y las inmensas oportunidades que el país brinda.
Según el MMM, la inversión privada caería 4,5% este año. Sin embargo, se recuperaría en los próximos años.
La inversión privada este año, de acuerdo a Apoyo Consultoría, va a caer en 6%. El próximo año crecerá entre 2% y 3%. Algo es algo, pero es insuficiente. Si miramos los años gloriosos de crecimiento del Perú, entre el 2005 y el 2012, que fue cuando pegamos el gran salto en crecimiento económico, la inversión privada crecía entre 10% y 25% al año, exceptuando el 2009 por la crisis internacional. Esos eran los crecimientos de inversión privada que teníamos, y no digo que vamos a regresar a eso […] Todo eso se cortó cuando empezamos hace 6 u 8 años a ningunear el crecimiento económico: “el crecimiento no importa, importa todo lo demás”. Se empezó a ningunear la importancia de la inversión privada y empezamos a ponerle topes al crecimiento, frenos, sobrerregulación. Y todo explotó, como digo, con el gobierno de Castillo, donde se perdió la confianza. Es la primera vez que se pierde la confianza. Para recuperar este crecimiento de entre 10% y 25% estamos lejos, pero lo importante es poco a poco generar las bases [de la recuperación]. El Perú tiene una gran ventaja, tiene los fundamentos macroeconómicos [sólidos]. No tenemos temas fiscales relevantes, tenemos un Banco Central de lujo, tenemos un sistema financiero muy sólido y empresas –y esto es bien importante– patrimonialmente muy sólidas. Uno hubiera pensado que la pandemia, con el excesivo cierre de la economía que hubo, iba generar grandes quiebras. Gracias al Reactiva en parte, pero también a la fortaleza de las empresas, hemos pasado por una pandemia y luego por el gobierno de Castillo, y las empresas están ahí. Tenemos los fundamentos económicos para poder rebotar, pero lo que necesitamos es la confianza en que no vamos a tener sorpresas como la de Pedro Castillo nuevamente.
Hay un sector que considera más bien que se ha dado demasiada importancia al crecimiento y que los conflictos sociales que vimos al inicio de año son producto del modelo económico.
De manera simplificada, uno podría decir que hay tres elementos para que un país como el Perú pueda pegar un salto importante hacia adelante. Uno es la economía, otro es el funcionamiento del Estado, y un tercero es el funcionamiento de la política. En el Perú de este siglo, la economía, aunque tiene retos, ha funcionado relativamente bien y los resultados están en la disminución de la pobreza.
Que hasta antes de la pandemia, venía en descenso.
Correcto. Entre el 2004 y el 2019, este periodo de crecimiento del que hablaba hace un momento, la pobreza bajó de 59% a 20%. Ahora ha subido a 28%, pero bajó de 59% a 20%, y entre el 80% y el 85% de eso se debió al crecimiento económico. Ahora, para que un país salga adelante, se requiere que el Estado brinde los servicios adecuados. La población necesita seguridad, salud, educación, infraestructura, saneamiento, etcétera. Entre el 2002 y el 2022, en términos reales –corregido por la inflación– el presupuesto [público] se multiplicó por cuatro. Es un montón. Que te dupliquen tu sueldo real por cuatro, ¡quien no quisiera! Eso pasó en el Estado y no creo que podamos decir que la calidad de los servicios en estos 20 años haya mejorado cuatro veces. Hay un reto inmenso en el funcionamiento del Estado que tiene que ver con la regionalización fallida. Hay mucho que corregir ahí, pero también hemos tenido coletazos como, por ejemplo, Lava Jato, que generó mucho inmovilismo. Entendible, pues las autoridades estaban asustadas. El Estado ha funcionado de regular para abajo y la parte de la institucionalidad política, que es fundamental para la democracia y la estabilidad del país, ha sido un desastre. ¿Qué sucede? De estas tres cosas, en vez de focalizar mucho el debate en cómo mejorar el tema de la clase política, de la institucionalidad política y del funcionamiento del Estado, toda la discusión se ha centrado en la economía. Tú le preguntas a cualquier persona de izquierda tradicional qué hay que hacer, y te dirá “cambiar el modelo económico”. ¿Por qué no pensamos cómo mejoramos el funcionamiento del Estado y qué hacemos con la intencionalidad política? Sobre este tercer tema, no soy politólogo, pero creo que es injusto focalizar el tema en lo que ha funcionado, y es absolutamente miope no focalizarlo en lo que ha funcionado mediocremente como el Estado, y muy mal, como la política.
¿Cómo arreglar la descentralización? Retroceder políticamente es sumamente difícil. ¿Cómo hacemos, ya que se tomó la decisión hace ya varios años, para que los centros de gestión de presupuesto descentralizados aprendan a gastar mejor?
Cuando se inicia la descentralización en el gobierno del presidente Toledo, sí había una demanda de la población por la descentralización. El tema es que se hizo de una manera precipitada, pésima, sin transferir capacidades, pero sí responsabilidades. Se terminó de ejecutar mal en el gobierno de Alan García con ese shock descentralizador, en el que se le tiró todo a los gobiernos regionales y locales. Se dijo en ese momento repetidas veces “hay que ir lento, la experiencia mundial dice que estos procesos toman muchísimo tiempo”. No se hizo caso. Hoy tienes dos retos en línea con lo que mencionas de la viabilidad política. Hay un reto respecto a la población, –más aún con los sucesos de los últimos tiempos– y es que se guarda un mayor resentimiento hacia Lima. Lo vería como un tema de recentralización, y eso es complicado políticamente. Pero, hay un reto mayor que no hay que perder de vista, que es uno de los grandes riesgos que está teniendo el Perú y que es muy preocupante si no lo enfrentamos pronto. Producto, precisamente, de esta debilidad y deterioro de nuestra clase política, hoy por hoy quienes gobiernan las regiones y las municipalidades en el Perú tienen una agenda crecientemente poco santa. Muchos de estos candidatos a gobernadores y alcaldes entran no para cumplir un rol de servidor público, sino para ver cómo roban. Lo estamos viendo día a día. Cada generación de nuevos gobernadores regionales y alcaldes es peor que la anterior en términos de corrupción. Se enquistan en el poder y no lo pueden soltar, porque se acostumbran, evidentemente. Entran a lucrar, crean mafias locales. Algo de eso es lo que quiso hacer Pedro Castillo. Era el gobierno regional del Perú, como lo llamó alguien. Esa casta política en las regiones pesa muchísimo y tienen una gran capacidad de movilización de cualquier intento de reforma. Creo que ideas como la que el ministro Contreras quiere impulsar, que no sé cómo se implementará, pueden funcionar. Empezar primero a movilizar recursos dentro de las regiones y las unidades ejecutoras en función a quién está gastando mejor o no [es algo positivo]. Y luego, creo que el Gobierno central tiene que recuperar su rol normativo y de supervisión. No somos un gobierno federal, somos una república unitaria, y por lo tanto, quien dirige es el gobierno central. Hay que recuperar [todo ello] y creo que se requiere coraje para tomar algunas decisiones de temas específicos que hay que devolver al Gobierno central. Te voy a poner un ejemplo: gravísimo error en el gobierno de Alan García el haber pasado grandes proyectos como Majes Siguas a los gobiernos regionales, que no tenían la capacidad de ejecutar.
Hasta ahora Majes Siguas está parado.
Yo creo que está muriendo y está muriendo por la incapacidad del Gobierno regional que tuvo a alguien como [Elmer] Cáceres Llica de gobernador. Si el Gobierno central hubiera tenido ese proyecto, probablemente ya estaría construyéndose. Creo que hay algunas medidas dramáticas que tomar. Se requiere mejorar las capacidades y creo que hay un tema que ya escapa a mi conocimiento, pero hay que ver cómo se genera un mecanismo de control político para los gobernadores regionales y los alcaldes que hoy son caciques. Los ministros tienen control político en el Congreso, pero un gobernador regional y una autoridad local no tienen control político.
Regresando al Gobierno central, mencionaba usted al inicio de esta entrevista a los ministros “normales” que están tratando de hacer cosas, de avanzar. ¿La decisión del MTC de construir puentes modulares para el nuevo terminal del Aeropuerto Jorge Chávez, porque el Puente Santa Rosa no llegará a tiempo, es la clase de decisiones políticas que están generando confianza?
Es correcto. Justamente, se trata de la reacción, de poder arreglar algo que se descompuso en el gobierno de Pedro Castillo. No es absurdo que en un año y medio no hayan podido licitar, es comprensible. El ministro de Transporte estaba ocupado en cosas de otra índole y no en hacer lo que le competía como trabajo. Muchas actividades económicas necesitan, para poder avanzar, la interacción con autoridades públicas. En este caso, por ejemplo, estamos hablando del aeropuerto. Para que el aeropuerto pueda funcionar, se necesita un puente. El hecho de que hay una autoridad que toma una decisión y que logre encontrar una solución parche temporal que permita que a fines del próximo año o comienzos el subsiguiente, el aeropuerto funcione, es un buen ejemplo de lo que estoy diciendo. Es un gobierno que toma decisiones. Todavía, evidentemente, se arrastra el temor de las autoridades por todo el pasado. Hay un temor a tomar decisiones siempre, pero al menos se siente que eso se empieza a soltar. Eso es bueno para todos, para los ciudadanos y para la economía.
Uno de los mensajes que dio la presidenta el 28 de julio estuvo relacionado al pronto aumento de la Remuneración Mínima Vital (RMV). ¿Es viable? ¿Es oportuno?
Yo creo que no es oportuno, siempre es un tema político. Entiendo la presión que la gente que gana el salario mínimo ha tenido en su bolsillo producto de la inflación de los últimos 18 meses, pero no estamos yendo a arreglar el problema de la RMV de fondo. Nosotros en Apoyo Consultoría hace un tiempo propusimos diferenciar un salario mínimo vital para la gran empresa y otra para la pequeña- mediana empresa. Para la pequeña empresa, subirle el salario mínimo vital es sencillamente aumentar la informalidad. Y eso es un resultado inmediato. Ahora, sí ha habido –José Carlos Saavedra lo escribió el sábado pasado en El Comercio–, un aumento en las remuneraciones del segmento de los trabajadores informales, y lo que ha ocurrido ahí es sencillo. En la pandemia muchos trabajadores formales perdieron un trabajo de relativa calidad dentro de la informalidad, y se fueron a trabajos de sobrevivencia. Hoy, esos [trabajos] de relativa calidad como restaurantes, esparcimiento y turismo, se han recuperado, y las personas están volviendo a migrar a este tipo de actividad que tiene mayor productividad y sueldos relativamente más altos. Sin embargo, todavía esos sueldos están 20% por debajo de los niveles prepandemia, pero hay una recuperación gradual. Todo se da de manera gradual mientras no haya una inversión que mueva la economía de verdad.
Tenemos muchas personas que aún ganan menos de lo que ganaban en el 2019. Y de hecho, la foto que teníamos ese año es muy distinta a la que tenemos hoy. Si miramos solo las cifras, como la inflación o la tasa de interés de referencia, podríamos decir que estamos encaminados a llegar a lo que teníamos en el 2019. Pero, hay mucha gente que ha pasado a la línea de pobreza, y muchos peruanos a los que les tomará muchos años recuperar la capacidad adquisitiva que tenían en el 2019. ¿Qué necesitamos para llegar a esa foto del 2019 tal cual estaba, en cifras y niveles de ingreso y poder adquisitivo?
Necesitamos un crecimiento bastante mayor […] Tenemos, en el corto plazo, en los siguientes 6 u 8 meses, un inmenso desafío como país, que es el Fenómeno del Niño. El Fenómeno del Niño destruye infraestructura, empobrece gente, genera destrozos en el norte y sequía en el sur en ciudades como Cusco y Puno. Puno, que es una de las zonas más golpeadas del país y más pobres, va a tener una sequía aparentemente brutal. Dependerá de si es un Fenómeno del Niño moderado o fuerte. Ese desafío es un desafío de corto plazo, donde creo que el gobierno se juega mucho y donde hay que pensar en un bono para la población que va a sufrir esa sequía, porque si no se va a morir de hambre. Además, venimos de la pandemia, de un bajo crecimiento. Efectivamente, venimos con el marcador en contra 5-0. Ese es un desafío que puede marcar la recuperación económica de los siguientes 10 meses. En segundo lugar, tienes un mundo que no va a ayudar. Estados Unidos va a demorar un poco en bajar la tasa de interés, es lo que [Jerome] Powell insinuó. China no va a ser la China que este siglo nos jaló a todos. La región latinoamericana, nuestros socios comerciales, también está complicada. Entonces, tienes el Fenómeno del Niño, tienes un mundo que no ayuda y a China influyendo en los precios internacionales de nuestros metales. Y, también, tienes una sensación de relativa “estabilidad política” y de tranquilidad y de un relativo mejor gobierno que el anterior, que empieza a generar condiciones para una recuperación lenta. Pero, si no aceleramos esa recuperación económica, sacar a la gente de la pobreza, que es un objetivo social innegable y mejorar los servicios de la población, [será difícil]. Requieres de mayores recursos fiscales, no hay espacio para gastar más. Estamos en el límite.
Antes de la pandemia, el potencial de crecimiento era de 6%- 5%. Ahora el MMM nos dice que creceremos a 3% en los próximos años. ¿Es suficiente?
Ojalá [sonríe]. Bueno, probablemente esté entre 2% y 3%, ojalá que sea algo más. No es suficiente, no alcanza. Cuando logramos sacar a una masa importante de nuestra población de la pobreza, crecíamos a 5% o 6%. Necesitamos otro nivel de crecimiento y se requieren medidas audaces que siempre son complicadas de tomar.
Y en ese sentido, sobre el bono que ha mencionado previamente, ¿tenemos espacio fiscal para continuar con ese tipo de ayudas?
En general, el espacio fiscal es mínimo, es absolutamente reducido, pero se le puede hacer un espacio a un bono súper focalizado en las regiones del sur más pobres. No debería ser mucho dinero.
El MEF ha comentado en varias oportunidades que no va a cambiar las reglas fiscales. De hecho, no las ha cambiado. A pesar de esto, ¿hay riesgo de cambio de la calificación crediticia? ¿Cómo se ve la situación desde afuera?
El Perú tiene un nivel de endeudamiento bajo. Junto con Chile, somos de los países que estamos menos endeudados. Mantenemos una disciplina fiscal, nos podemos de repente exceder un poquito. El riesgo que puede detectar una calificadora en el Perú no viene por el lado fiscal, ni tampoco por el Banco Central de Reserva. El riesgo viene por el lado de la política […] No solo tenemos políticos amateurs, porque se fue toda la clase política anterior y no ha habido recambio, sino un creciente riesgo de la penetración de la informalidad y la ilegalidad a la política. Si es que sectores ilegales, informales –pero no informales o emergentes, sino de esta informalidad perniciosa–, siguen penetrando nuestra clase política, tenemos un problema muy, muy serio. Eso está ocurriendo, lo ves en gobiernos regionales, lo ves en gobiernos locales y lo ves en el Congreso. Creo que 2/3 de los congresistas tienen investigaciones. Si es que esta es nuestra nueva clase política, hay un riesgo grande. Creo que este es el riesgo de mediano plazo que deben estar viendo las calificadoras de riesgo, más que si déficit es una décima mayor o una décima menor.
Sobre las pensiones, ¿este es un buen momento para impulsar la reforma? Está la propuesta del Ejecutivo, la propuesta de la Comisión de Economía de la señora Barbarán, y la propuesta de la Comisión de Trabajo. En este momento, el tema se encuentra en un ‘stand by’.
El Perú ha destruido su sistema previsional. No hay sistema previsional, hay sistema de ahorro. Sigue habiendo propuestas legislativas para que haya más retiros. La ONP tiene retos de largo plazo y tienes a una alta porción de la población sin ningún tipo de cobertura. Se requiere de una reforma y creo que quitando algunas propuestas medio absurdas como la de la Comisión de Trabajo que está absolutamente desenfocada, hay cierto consenso para determinados pilares. Si logramos sacar una reforma sensata, y creo que es posible hacerlo –el MEF quiere impulsarla y algunos congresistas también–, con cierto acuerdo social, yo creo que es el tipo de buenas noticias que el Perú necesita para crecer más. El Perú necesita meter goles hoy día para empezar a decir “sí se puede”, y empezar a romper esta inercia negativista que nos ha ganado por todo lo que hemos vivido en los últimos años.
El Presupuesto este año crece 12%. Se hace énfasis en Educación y Salud. ¿Es acertada esta decisión?
El aumento del 12% del presupuesto asume que la economía crecerá 3% en el 2024. No es una cifra descabellada, pero el impacto de un Fenómeno del Niño fuerte o muy fuerte puede reducirlo en uno o dos puntos. En ese escenario, podría ponerse en riesgo el cumplimiento de la regla fiscal. No es ideal tener dos años consecutivos de incumplimiento, pero las calificadoras y los mercados lo entienden si se trata de una situación de emergencia temporal. Y el Fenómeno del Niño lo es. No atender la emergencia sería más costoso para la sociedad. Lo importante es que luego haya un compromiso de retorno a la consolidación fiscal. Sobre el presupuesto en sí, el reto sigue siendo la ejecución, pero sobre todo la ejecución de un gasto oportuno y de calidad. Lamentablemente, los reportes de Contraloría e informes periodísticos muestran cómo en muchos gobiernos subnacionales ha campeado la corrupción y la incapacidad.